martes, 19 de julio de 2011

97. El Arco de Bará

¡Cómo pasa el tiempo!.

Parece que fue ayer, pero han pasado 2.000 años.

La Vía Augusta fue la calzada romana más larga de Hispania con una longitud aproximada de 1.500 kms. que discurrían desde los Pirineos hasta Cádiz, bordeando el Mediterráneo.
Partía en la actual localidad de La Junquera, siendo una prolongación de la Vía Domitia, que bordeaba la costa del sur de la Galia hasta Italia. Constituyó el eje principal de la red viaria en la hispania romana.
El emperador Augusto le daría nombre, a raíz de las reparaciones que se llevaron a cabo bajo su mandato, sobre los años 8 y 2 a. C., cuando se convirtió en una importante vía de comunicaciones y comercio entre las ciudades y provincias y los puertos del Mediterráneo.

Entre Barcino y Tarraco, en la Vía Augusta, los romanos construyeron un arco, el Arco de Bará. Es un arco de triunfo cerca de la localidad de Roda de Bará, un arco honorífico constituido por un cuerpo central sobre un podio, decorado con falsos pilastres acanalados que culminan en capiteles corintios. Tiene una única obertura en arco de medio punto. La parte superior de la construcción tiene un entablamento formado por arquitrabe friso y cornisa. Está construido con piedra calcárea, probablemente de algún yacimiento cercano.

La construcción del monumento deriva del testamento de Lucio Licinio Sura y se hizo en el reinado de Augusto, sobre el año 13 a. C. La inscripción que se conserva dice: «Ex testamento Lucio Licinio Lucio filii Sergia tribu Surae consa». Lo erigió para marcar los límites territoriales y terminar con las disputas entre las tribus de los ilérgetes y los cosetanos.

Los ilérgetes eran uno de los pueblos que ocupaban parte de la península Ibérica antes de la llegada de los romanos. Formado a partir del sustrato étnico indígena, incorporaron múltiples influencias provenientes de la Edad del Bronce y de algunas de las tribus indoeuropeas que inmigraron a la península en el primer milenio adC (ya en la Edad del Hierro). Eran posibles parlantes de protoeuskera, especialmente en su zona norte.
Los cosetanos eran un pueblo que habitaba muy cerca de los layetanos, incluso algunos se fundieron con ellos.
Otros se extendieron mas al sur de las provincias actuales de Barcelona y Tarragona y se fundieron con los Cesetanos (su capital Cese, posterior Tarraco Nova, actual Tarragona), por eso se les suele llamar Cosetanos o Cesetanos.

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¡Cómo pasa el tiempo!

Parece que fue ayer, pero han pasado 2.000 años.

La primera vez que pasé por el Arco de Bará fue con el 600. La carretera pasaba por debajo, como los romanos.
Luego hice la mili en el Campamento de los Castillejos, al norte de Reus, y los fines de semana, cuando salía de permiso, camino de Barcelona, paraba en Roda de Bará, en una discoteca del Roc de Sant Caietá (Sa Roca), en un acantilado, junto al mar.
Ahora escribo este capítulo en mi casa de Roda, cierro los ojos y no puedo evitar imaginarme que hace 2000 años, por estos alrededores, algún centurión romano estaría velando armas.

Yo, cuando, por las noches, hacía las guardias en el Campamento de los Castillejos,
me fumaba un cigarrillo.
Mi amigo el centurión, seguro que no.
Y crearon un Imperio.

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No sé como terminó lo de los ilérguetes y los cosetanos, pero lo de los romanos no terminó muy bien : 2000 años después, parece que Berlusconi tiene problemas.
Pero la Vía Augusta sigue ahí.
Y el Arco de Bará.
Se me antoja que el Arco de Bará tiene vida, pero que si hubiera fumado, no habría podido sobrevivir 2000 años.

20 de julio de 2011 (2000 años después)

96. Mi padre

Cuando llegó a Barcelona tenía 17 años.

Fue el 1926.
En Estados Unidos transcurrían los "locos años 20", pero en España la cosa debía de estar bastante jodida.
Ladislao (Ladis) había salido de un pueblecito de la provincia de León, Villamizar de la Mata, seguramente con una maleta de cartón atada con una cuerda y una buena parte de la matanza de aquel año para el largo viaje en el Changay y para compartirlo con su hermana, con que viviría los primeros años de Barcelona.
Trabajó en la fábrica de cervezas Damm y en las obras de construcción de la Exposición Internacional de Barcelona del 29 (1929) en Montjuich.
Pero tenía vocación de empresario y a los 22 años puso una tienda de comestibles (entonces se decía de ultramarinos, seguramente porque el café y el azúcar venían de ultramar).
La puso a medias con un amigo, pero el negocio no debía dar para dos y se la jugaron a cara o cruz.
La perdió.

Abrió otra él solo en la calle Telégrafos, en el Guinardó.
En el 33 conoció a la que sería su mujer, también inmigrante de un pueblecito de Soria, La Hinojosa.
Se casaron en el 34 y un año más tarde nació su primera hija.
Barcelona, 1935.
Eran tiempos muy complicados, a la República se le estaban yendo las cosas de las manos y todo el mundo quería sacar tajada.
Ladis, que probablemente no tenía ni idea de política, pero era "hombre de Iglesia", pero listo como el solo, tuvo a la vez carnet de la UGT, de la CNT y de la FAI.
A Ladis le atracaron "a mano armada" tres veces ... tuvo pesadillas durante toda su vida.

Y luego llegó el festival del 18 de julio de 1936.
Toda su familia estaba en "zona nacional"
A él le pilló en "zona roja"
El iba a Misa.
"Los otros" quemaban Iglesias.
Estuvo tres días escondido en casa, debajo del tejado, en un habitáculo al que se accedía a través de una trampilla que había hecho en un armario de la cocina.
Aquello iba a ser largo y no se podía estar mucho tiempo encerrado en su zulo particular.
Durante un bombardeo (sonaban las alarmas y cortaban la electricidad) se puso una bombilla conectada al tendido eléctrico.
Sólo salía por las noches, cuando su hija dormía, porque los niños lo charran todo.
Era inteligente e insensato.
El mismo se manipuló el carnet de identidad (ahora DNI o NIF) : fecha de nacimiento, 1899 en lugar de 1909, natural de Villamizar , Lion, Francia, en lugar de León, España.
Se dejó bigote.

Y se lanzo a la calle.
En su zulo hacía alpargatas con los hilos de los sacos de patatas para cambiarlos a los "payeses" de Figueras y Reus por patatas y huevos.
Le enseñaron a su hija de 2 años a decir que papá "estaba en el frente matando fascistas" y los vecinos creían que estaba enchufado en Intendencia.

Su padre, Pantaleón, murió durante la guerra.
El no pudo ni verle morir ni ir al entierro.
Se escribía con la familia a través de la Cruz Roja Internacional de Suiza.

Pero todo pasa, incluso las guerras.
El 26 de enero de 1939 entraron por la Diagonal las tropas de Franco y Ladislao ya no tuvo que vivir más en su zulo.

Tuvo cuatro hijos y, si viviera, tendría diez nietos y seis biznietos.

Había fumado "de joven" pero yo sólo le ví fumar dos veces en mi vida : la primera el día que llevé por primera vez a mi novia a casa, la segunda, el día de mi boda. En las dos ocasiones dijo: "me voy a fumar un cigarrillo si no fumais nadie".

Gracias, papá.

19 de julio de 2011