Fue a principio de los noventa.
En un viaje a Estados Unidos (San Francisco - Las Vegas), cuna del tabaco, el más o menos sano, el que fumaban los indios, y el insano, el de los aditivos, el que mata, el de la poderosa industria del tabaco.
Ya nos lo habían "metido en Europa" con el marketing de la libertad, tal como ahora se han planteado cubrir otros "nichos" cuando el mercado europeo puede entrar en crisis, otros mercados menos maduros, como Africa y Sud América.
En los 90 , los americanos debían pensar que era mejor hacer el negocio fuera y empezar a mirar por la salud del pueblo americano y estaban proliferando en todos los Estados las "leyes antitabaco".
"Envido", "envido más".
Si un Estado sacaba una ley prohibiendo fumar es espacios públicos cerrados, otro Estado sacaba otra ley prohibiendo fumar en espacios públicos abiertos, y el siguiente Estado sacaba otra prohibiendo fumar en las entradas de los edificios.
Y lo de los aeropuertos, era de juzgado de guardia : verdaderos cuchitriles pocilgueros sin apenas ventilación en la que nos hacinábamos los fumadores para intercambiarnos nuestros humos apestosos.
Recuerdo que en nuestro viaje a San Francisco estaba a punto de entrar en vigor en California una ley que iba a prohibir fumar en la calle a menos de 15 metros de la puerta de cualquier edificio público (oficial o privado), incluyendo restaurantes y hoteles.
¿Quién dá más?.
A nosotros, que aun podíamos fumar en vuelos nacionales de menos de hora y media de duración el tema nos impactó.
Pero lo que más nos impactó fue, en ese entorno persecutorio casi de KKK, el signo más evidente de la "doble moral americana", o tal vez y mejor dicho "de la doble moral humana".
Aterrizamos en Las Vegas
Todos sabeis que Las Vegas es la ciudad del juego, la ciudad del vicio.
Al desembarcar, antes de pasar el control de pasajeros, una enorme sala enmoquetada, pantalla gigante indicando el premio acumulado, cientos de miles de dólares, y la invitación a jugar : espacio cerrado, suelo enmoquetado y, por supuesto, permitido fumar.
Yo, en mi ignorancia provinciana, creía que en Las Vegas había casinos y hoteles y la gente jugaba en los casinos y pernoctaba en los hoteles.
Pues no, en Las Vegas no hay "casinos", sólo hay hoteles y cada hotel tiene, dentro de sus instalaciones, su propio casino.
En los casinos, como en los hipermercados, nunca se ve el exterior, no hay ventanas a la calle, no hay que distraer al cliente, todo luz artificial, no hay que distinguir si son las 6 de la tarde, las 4 de la madrugada o las 10 de la mañana.
Y hay que facilitar al clente que "no se tenga que separar de la máquina de juego", ...
ni para sacar dinero, ... las máquinas funcionan con tarjetas de crédito, ..
ni para comer o beber, ... te lo llevan unas atentas y atractivas azafatas a las máquinas, normalmente gratis.
Ni para fumar, .... estaba absolutamente permitido, pese al espacio cerrado y al suelo enmoquetado
¡Prohibido fumar, ... permitido fumar!
El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra, pero no me gusta nada la doble moral.
19 de febrero de 2011