Me perdonareis que hoy sea un poco más extenso y cañero
Me declaro en rebeldía con la doble moral de todos los países occidentales que a la vez :
1. Pretenden moralizar sobre los perjuicios del tabaco
2. Establecen directrices para preservar la información veraz sobre los productos de consumo, y
3. Permiten , sin duda por intereses económicos, que el tabaco incumpla EN TODOS LOS PAISES sus propias leyes.
Efectivamente, la Directiva 2000/13/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 20 de marzo del 2000 "relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados Miembros en materia de etiquetado, presentación y publicidad de productos de consumo" , en cuanto a ingredientes, establece en el anexo 2 que "deberán figurar en el etiquetado todo tipo de aditivos, tanto colorantes, como acidulantes, como conservantes, emulgentes, humidificantes o de cualquier otro tipo.
Pues bien , el único producto de consumo al que se le permite incumplir sistemáticamente la Ley , es EL TABACO.
Sólo constan en las cajetillas tres componetes : nicotina, alquitrán y monóxido de carbono. Nada de nada sobre otros aditivos.
¿Pero a qué aditivos nos estamos refiriendo? Parece ser que el 90% de un cigarrillo es tabaco, altamente adictivo y cancerígeno por si mismo, y el 10% restante lo forman los famosos aditivos. Pero claro, sobre los 289 aditivos que reconoce utilizar Altadis (la comercializadora hispano francesa) o sobre los 599 de la industria norteamericana, no existían datos públicos amparándose en las leyes de Propiedad Intelectual (????), algo así como la siempre presente fórmula secreta de la Coca-Cola. Pese a la oposición de las tabacaleras, el Ministerio de Sanidad les ordenó en enero de 2004 que le comunicaran cada año los aditivos que utilizan y que lo hicieran público.
Más del 90 % de estos productos están declarados oficialmente como aromas. Por ejemplo, el 4,2 % del cigarrillo son azúcares, sustancias aparentemente inocuas pero que al quemarse producen acetaldehído (mutagénico y tóxico para el embrión y que produce tumores en el tracto respiratorio), que aumenta el efecto de la nicotina y que la hace más adictiva. Al menos 7 compuestos derivados de la lactona, que inhibe la enzima encargada de metabolizar la nicotina, y que al no funcionar, la nicotina permanece más tiempo en sangre y aumenta la adicción. Curioso también el uso del cacao (1,1 % del cigarrillo), un broncodilatador que facilita que la nicotina (y el alquitrán) llegue a los alveolos y se inhale más, con la excusa de proporcionar un sabor más dulce y agradable, lo que atrae a más adolescentes, que ya de por sí son más propensos a desarrollar adicciones. El mismo efecto produce el regaliz (1,3 %).
El ácido salicílico, que actúa como anestésico, o el mentol y el eugenol, que minimizan las toses, o el uso de reductores de acidez, que aceleran el paso de la nicotina de forma sólida a gaseosa. Están los aceleradores de la combustión, para que el cigarrillo dure menos, o el extracto de café, que bloquea la formación de nitrosaminas, compuestos cancerígenos. Pero es que el mismo alquitrán que sí refleja la cajetila no es una sola sustancia, sino los miles de compuestos que quedan tras quemar el cigarrillo y que abarca desde metales pesados como el arsénico a elementos altamente cancerígenos, como las nitrosaminas específicas del tabaco.
Pero es que el papel en que viene liado el cigarrillo tampoco se escapa de la quema -y nunca mejor dicho-, ya que se usa, por ejemplo, acetato de sodio en lugar del citrato tripotásico, para que el humo de la corriente secundaria (el humo evaporado) sea menos visible, o el hidróxido de calcio convirtiendo al humo en menos irritante para los no fumadores, y así, estos fumadores involuntarios, tengan más difícil protegerse del humo del tabaco.
¿Vergonzoso? Pues escuchar declaraciones como esta de Manuel Oñorbe, director general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, quien admite que "no hacemos análisis de los aditivos y tenemos que creer lo que declaran las tabacaleras. No sabemos lo que lleva" y reconoce que el tabaco es el único producto de consumo que no tiene que declarar su composición. Más adelante sostiene: "Yo he hecho la ley antitabaco y no soy sospechoso de no combatir el consumo. El tabaco es cancerígeno y adictivo incluso sin aditivos y no creo que al consumidor le diga mucho saber que tiene un 2 % o un 3 % de azúcares".
11 de febrero de 2011