Empecé el colegio un poco tarde, a los 6 años.
Sabía leer y escribir, y sumar y restar y multiplicar.
Dividir no, siempre es más gratificante multiplicar que dividir.
Mi Colegio fue el Emilio Juncadella, en el Paseo Maragall de Barcelona.
El patio era pequeño y de cemento, pero a mí me parecía muy grande.
En el patio había tres mástiles con tres banderas : la española , le de Falange y la Requeté.
Los sábados (se iba al colegio los sábados por la mañana) leche el polvo y queso amarillo de Argentina, de Eva Duarte de Perón.
Y en mayo muchas flores en una capilla de la Virgen : "Venid y vamos todos, con flores a porfía, con flores a María, que madre nuestra és".
Yo no sabía lo que quería decir porfía, debía ser una amiga de María, pero rimaba y quedaba bien.
No recuerdo quien fue mi primer profesor, pero el segundo sí.
Lo tuve a los 7 años y a los 9.
Para mí nunca fue el profesor, fue "El Maestro".
Alejandro Lomas Ortiz.
Creo que, en cierto modo, Alejandro Lomas ha marcado gran parte de mi vida, al menos lo poco o mucho que haya podido haber habido de valores en ella.
Alejandro Lomas era un hombre de apariencia dura, alto, fuerte, de una dulzura muy mal disimulada bajo una coraza de guerrero espartano.
Los alumnos éramos como todos los alumnos de todas las épocas : unos más débiles y temerosos, otros más descarados e insolentes.
A los primeros les trataba sin piedad, pero con toda su ternura para forjarles, para hacerles hombres, y les hacía más hombres.
A los segundos, con la superioridad del que sabe que la insolencia, al final, es patrimonio de los inseguros, y les hacía más humanos.
Mi penúltimo año en el Colegio fue a los 9 años, en el curso de "Ingreso de Bachillerato"
Mi maestro me pidio, después de aprobar, que me presentara a un examen voluntario para sacar Matrícula de Honor.
Me presenté y la saqué.
En primero de bachillerato aprobé en junio, pero las notas no fueron muy brillantes
y para mi Maestro eso no era aceptable.
Aconsejó a mis padres que siguiera en el Instituto Balmes, que estaba y está en Via Layetana, esquina con Consejo de Ciento.
Todos los años , en Navidad y a final de curso cuando me daban las notas, iba al Emilio Juncadella, a ver a mi maestro Alejandro Lomas.
El aparentaba alegrarse de mis progresos, creo que se alegraba de verdad.
Seguía siendo duro, ... "solo cuatro matrículas, ... tú puedes dar más"
... Joé con el Alejandro.
A los 17 empecé la carrrera de Ingeniero Industrial y todos los años, en Navidad y a final de curso cuando me daban las notas, iba al Emilio Juncadella, a ver a mi maestro Alejandro Lomas.
Las notas ya no eran tan brillantes, pero siempre aprobaba y él se alegraba.
El ya no era tan duro, se iba haciendo mayor.
Me casé y perdí, temporalmente, el contacto con él.
Viví en Olesa de Montserrat, en Vigo y en Bilbao.
Yo ya tenía tres hijos.
Un día en Bilbao me acordé de mi Maestro y busqué en Páginas Blancas : Alejandro Lomas Ortiz.
Vivía en Vitoria, en el casco viejo.
Con el corazón latiendo fuerte cogí a mi familia y nos fuimos a Vitoria.
Es la última vez que nos vimos.
Yo era Director Gerente de una empres, pero él seguía siendo mi Maestro, ... lo será siempre.
Alejandro, no sé donde estás pero al menos estás en un sitio del que nunca saldrás, estás en mi recuerdo, en mi admiración y en respeto.
Gracias Alejandro, por todo lo que nos inculcaste, ... jamás te ví fumar.
5 de julio de 2011