Querido Javier,
Gracias por la reprimenda que me echaste ayer.
Como siempre, cariñosa, ... como siempre, directa, contundente.
Me decías que estoy decepcionando a mis blogeros porque hace casi un mes que tengo abandonado mi blog. (Este libro nació de un blog).
Te decía (escusas de mal pagador) que me habían reprochado escribir temas de excesiva actualidad y que me consideraba un poco "traidor" con mis blogeros por haber fumado de nuevo.
Gracias a tí espero reconciliarme contigo y con ellos en esta recta final de "100 razones para dejar de fumar" (sólo me faltan doce y mi compromiso siempre fue dejarlo para siempre si encontraba 100 razones), ... no lo dudes, las encontraré.
Como siempre, desde que nos conocimos a finales de los ochenta y tú eras el líder consolidado y yo el chaval con más ilusión que experiencia, has sido una referencia para mí.
Nuestra amistad ha sido y es la historia de una época, de una generación y de un país, con sus probleams y sus ilusiones, ... creo, estoy seguro de que ha valido la pena.
Me decías en tu correo que me ibas a dar una razón más para dejar de fumar y, la que me diste es la que que más me ha jodido de todas : me decías que después de vuestro viaje a Israel has tenido una nueva crisis respiratoria debida a tu enfisema.
Sé que ya estás bien y que la has superado de nuevo, siempre fuiste un luchador.
Mira, no te sientas culpable por haber sido fumador.
Si algo he aprendido en la vida es que el sentimiento de culpabilidad no sirve absolutamente para nada, para nada.
No sé quien dijo que nadie es tan mayor como para no vivir un año más ni nadie es tan joven como para estar seguro que no morirá mañana.
La vida son ratitos, algunos malos, otros, maravillosos.
¡Te imaginas que, entre tú y yo consiguiéramos que una persona, una sóla persona, dejara de fumar!
Y si no, al menos lo habríamos intentado.
Querido Javier, recibe un fuerte abrazo, y gracias por tu reprimenda
1 de julio de 2011